Edelmiro Mejías siempre había querido ser enterraor, como lo había sido su padre y su abuelo. Su vida transcurría en el camposanto del pueblo, sin domingos libres, ni días festivos: "Los muertos no eligen cuándo morir", decía Edelmiro, "así q mi obligación es estar aquí". Todos los difuntos pasaban por sus manos. Él les daba eterna sepultura y cuidaba de q sus tumbas estuvieran siempre limpias y lejos de los efectos corrosivos del viento y la lluvia. Ésto lo conseguía con pequeños tejaditos de chapa, q él mismo construía. Edelmiro nunca se había casado, pq no había encontrado - según sus palabras - mujer q entendiera y compartiera su oficio. Además la gente del pueblo decía q después de estar tanto tiempo con los muertos, él ya parecía tb uno de ellos. Su única compañía era la de su amigo "Lolo" un mastín de color negro q después de morir su dueño había decidido no moverse del cementerio, y allí pasaba día y noche con el único alimento q le proporcionaba Edelmiro y cobijo cuando hacía frío o llovía. A veces en noches cerradas se oía a Lolo aúllando, llamando a su dueño, hasta q Edelmiro le acariciaba y le decía: "Estamos solos en este mundo, viejo amigo, pero nos tenemos el uno al otro". Un día el cuerpo de Edelmiro fue hallado en una cuneta de la única carretera q atravesaba el pueblo. Cuando las autoridades revisaron sus pertenencias, encontraron un arcón lleno de restos congelados de cadáveres, debidamente limpios y despiedazados: Edelmiro se había estado alimentando durante años de los cuerpos q él mismo enterraba...
*Epílogo: Lo q nunca supo la gente del pueblo pq decidieron ocultarlo las autoridades fue q cuando hallaron el cuerpo de Edelmiro, éste presentaba incisiones en muslos y abdomen provocadas por mordeduras humanas, con un profundo hedor a muerte...
©Malena Gómez
PD:La revista digital "Arte Libertino" publicó un cuento de mi amiga Diana: SPIDERWOMAN
¡Prohibido dejar de leerlo!!